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A la luz de la Teosofía

[Este artículo apareció en la revista de marzo de 2017 del Movimiento Teosófico. Para más artículos publicados en esta excelente revista ir al siguiente enlace: [ http://www.ultindia.org/previous_issues.html

Theosophy Death 2 In the Light of Theosophy

La muerte de un ser querido es el problema irreversible último, por el cual todos pasamos en uno u otro momento. A menudo esta experiencia da pie a la creación de muchos tipos de emociones negativas. Aunque muchos dejamos que esas emociones saquen lo mejor de nosotros, hay quienes son capaces de convertir esas emociones negativas en esfuerzos productivos, según escribe el Dr. Shrirang Bakhle. El autor menciona el ejemplo de una pareja de mediana edad que perdió a su único hijo en un accidente. No permitieron que su destino les dominara el espíritu, sino que decidieron dedicar su energía y recursos al trabajo de ayuda a niños desafortunados y desesperadamente necesitados.

Sin embargo, muchos de nosotros seguimos sufriendo durante mucho tiempo, después de una pérdida. En algunos casos, los supervivientes tienen un sentimiento de culpa por no haber hecho lo suficiente, porque quizás se podría haber evitado la muerte, y luego la tristeza se convierte en ira y frustración. La ira a menudo se redirige hacia otras personas cuando se percibe su negligencia, y crece la amargura entre los miembros de la familia. Otra causa importante del dolor es el arrepentimiento. “Ojalá hubiera pasado más tiempo con la persona difunta, cuando estaba viva”. Algunas personas se transforman con estos sentimientos y aprecian más el estar vivas y tener cerca a las personas que aman. Parece, pues, un desperdicio tener pequeñas rencillas con los seres queridos. 

La muerte de una persona de edad parecida provoca el pánico en algunas personas, mientras que otros se acuerdan de que deben someterse a un chequeo, y en el caso de que los informes resulten ser normales, se sienten aliviados. Sin embargo, algunas personas desarrollan una oscura actitud filosófica a consecuencia de la muerte de un ser querido. Esas personas comienzan a vivir a la sombra de la muerte. El sentimiento es el siguiente, “¿De qué sirve todo lo que hacemos, puesto que vamos a morir un día?” El autor sugiere que sesenta años en la vida de una persona ascienden a 21.900 días. ¿No deberíamos pensar en los 21.900 días en vez de en “un día”? Preocupándonos por ese “un día” dejamos de vivir la vida con plenitud durante los 21.900 días. “La muerte es una realidad y el dolor es normal. Pero podemos dejar que las emociones negativas nos obsesionen y depriman, o bien podemos aprovechar esa energía para convertirnos en mejores personas”, escribe el Dr. Bakhle. (Weekend, The Free Press Journal, el 26 de febrero de 2017)

Victor E. Frankl, en su relato de las experiencias que tuvo en el campo de concentración, escribió que al hombre se le puede quitar todo excepto una cosa, que es la elección de una actitud determinada ante cualquier conjunto de circunstancias. No sólo aprendemos a través de la respuesta apropiada a nuestro propio dolor, que es la de la aceptación en vez de la rebelión, sino también a través de la comprensión adecuada del dolor ajeno. Nuestro grado de comprensión y de empatía con el sufrimiento ajeno será el mismo con el que probablemente seamos capaces de enfrentarnos a nuestro propio sufrimiento. Muy raramente sentimos una profunda y genuina preocupación por la pérdida de otra persona, como si fuera nuestra, y probablemente nuestra incapacidad de afrontar nuestro propio sufrimiento está de alguna manera relacionada con nuestra actitud displicente cuando los otros sufrían.

Tenemos miedo a la muerte porque nos identificamos con el cuerpo y la personalidad y no conseguimos darnos cuenta de que la muerte no es el final. En algún momento de la vida, la meditación sobre la muerte resulta inevitable. Por esto, “¿Qué es lo que amabas de ese Ser que ha fallecido - el cuerpo? ¿O era la Vida, la Conciencia, el alma que lo utilizaba? Conociste al individuo con todos los cambios de su cuerpo, que fueron muy numerosos. Eso en sí mismo es la prueba de que no era el cuerpo, sino algo más lo que amabas. Y esa Alma que amaste ¿está ahora muerta? Cómo puedes decir eso - tu que ¡persistes a través de todos los cambios de la forma! Lo que vive y piensa en ti es el ‘Peregrino Eterno’, para el que no hay principio ni fin, por muchos cambios de cuerpo y mente que realice. Nunca se pierde nada. Esta pérdida tuya no es otra cosa que la pérdida de contacto físico durante un cierto tiempo”. (¿Qué es la Muerte?)

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