El valor del compromiso

Joy Mills - EE.UU


Joy Mills

La costumbre y el hábito nos pueden llevar a modelos de pensamiento y acción que, por su misma repetición, parecen carecer de frescura y espontaneidad. Precisamente porque la filosofía teosófica nos presenta una visión panorámica de la vida, con ideas maravillosas cuya grandeza hace insignificantes nuestras pequeñas preocupaciones normales, a menudo nos podemos sentir tentados a retirarnos en la seguridad de una cueva filosófica de  especulaciones en vez de afrontar las realidades de la existencia, en términos de un compromiso positivo con la acción. ¿Hasta qué punto nos podemos comprometer? ¿Hay alguna forma de poder actuar tan espontáneamente que la acción, que surge por un compromiso interno con los principios, responda a la necesidad del momento con la frescura apropiada a esa necesidad? Seguramente se trata de unas preguntas que exigen una seria reflexión por parte del servidor teosófico. Como miembros y amigos de la Sociedad Teosófica tenemos el reto de comprometernos en un diálogo con el mundo, pero para que tal diálogo sea eficaz debemos investigar la naturaleza de nuestro propio compromiso.

La neutralidad de la Sociedad como organización, el énfasis en la completa libertad  de pensamiento para cada miembro, la ausencia de un credo o de autoritarismos que definen (y por lo tanto delimitan) a la Teosofía,  pueden ser los mantos en los que envolvernos para protegernos de los fríos vientos de las necesidades del mundo. La verdadera libertad de pensamiento, sin embargo, una libertad para examinar con una mente imparcial no sólo las grandes ideas que son los principios de la Sabiduría, sino también sus implicaciones en términos de acción ética y moral - nos deberían hacer vulnerables, capaces de sentirnos afectados por los problemas de la humanidad. El amor, como la libertad, es una cierta vulnerabilidad del espíritu que nos mantiene receptivos para oír el grito de todos los que sufren; de esa apertura surge el acto espontáneo de responder a la necesidad del momento.

En un escrito sobre la cuestión de la neutralidad de la Sociedad, el Sr. Sri Ram,  presidente Internacional anterior, dijo:

“Lo que se llama neutralidad realmente significa que el miembro no se compromete  con nada excepto con los Tres Objetivos de la Sociedad y cada uno debe tener la libertad completa de entender y diseminar la Sabiduría según su propio temperamento y capacidades. Una sociedad que defiende la Sabiduría, que promueve la acción correcta, no puede ser neutral en cuanto al bien y el mal. Pero en asuntos en los que puede haber diferencia de opinión, la Sociedad no actúa como una organización, sino a través de sus miembros individuales. Si los miembros no aplican la Teosofía de la mejor manera que sepan, la Sociedad pronto se convertirá en una organización inerte o muerta.”

El hecho de no poder relacionar a la Sociedad con ciertas maneras de actuar no debería ser una excusa para nuestra falta de compromiso, cuando se trate de dirimir entre el bien y de mal. Los problemas del mundo son demasiado graves, las necesidades de la humanidad, demasiado desesperadas, para la apatía y la falta de implicación; la miseria, la ignorancia, la injusticia y la pobreza son nuestras preocupaciones porque nos dedicamos a la proposición de que la humanidad es una fraternidad.

No nos dejemos desviar por una interpretación demasiado fácil de nuestro Primer Objetivo, suponiendo que “para formar un núcleo de Fraternidad Universal” basta con unir las manos con otros de ideas parecidas a la nuestras y poder así disfrutar de la seguridad de un núcleo que requiera poco pensamiento y menos acción. En una editorial sobre este mismo tema, un antiguo Secretario General de La Sociedad Teosófica de Inglaterra, el Sr. L. H. Leslie-Smith, declaró:

“Ser un núcleo es algo muy distinto a establecer una fraternidad mundial. Algunas frases de Las Cartas de los Maestros a A. P. Sinnett pueden aclararnos un poco esto. En primer lugar, “usted… es incapaz de entender nuestras ideas de la Sociedad como Fraternidad Universal”. La Sociedad como Fraternidad  Universal - un cuerpo cuyos miembros sean realmente una hermandad sin distinción y por lo tanto universal, sin excluir a nadie que ayude a hacer de la Sociedad esa hermandad. Entonces puede ser un núcleo para una fraternidad de toda la humanidad. Como Teósofos tendremos buena voluntad hacia los demás, pero nuestra verdadera tarea estaría en incluir a todos y no negar el ingreso en la Sociedad a todo aquel que desee comprometerse con la práctica de la fraternidad. La misma idea destaca en una segunda cita de Las Cartas de los Maestros: “Los Jefes quieren una ‘Fraternidad de la Humanidad’, una verdadera Fraternidad Universal; una institución que se de a conocer en todo el mundo y llame la atención de las mentes más elevadas”. Una fraternidad, una institución de gentes, cuya actitud,  capacidad y relaciones mutuas sean tan extraordinariamente fraternales que las mentes más elevadas no puedan obviarlo y se haga conocida en todo el mundo. ¿No es deseable entonces aclarar de modo inequívoco lo que realmente implica el ingreso en la ST?”

La frase  “formar”, con la que comienza el  Primer Objetivo de la ST, puede significar, como el Sr. Leslie-Smith indica, “existir como” o “crear”. El primer significado lleva a un estado de inercia en el que las acciones se hacen repetitivas; el segundo significado presenta una calidad dinámica, tanto en cuanto a la actitud como al comportamiento, de modo que nos comprometemos creativamente en la acción que siempre debe ser espontánea y nueva, según las necesidades del momento. Nuestro compromiso con el principio de la fraternidad se pone a prueba en el valor que aplicamos a tal compromiso creativo, que se niega a desalentarse ante ningún obstáculo ni es vencido por la magnitud de la tarea que tenemos delante. El vigor y la vitalidad de la Sociedad Teosófica provienen de las vidas de sus miembros; su impacto en el mundo, su poder transformador y su fuerza regeneradora dependen de lo que nosotros, sus miembros, aportemos a este movimiento y de la manera en la que representemos diariamente las implicaciones de los principios a los que hemos prestado una lealtad interna.

Concediendo a los demás la libertad de pensamiento que reclamamos para nosotros mismos, preservando la sabia neutralidad de la Sociedad que permite visiones divergentes, podemos examinar la incorporación práctica de las grandes ideas y los principios universales de la Sabiduría, añadiendo una nueva  perspectiva a esos principios mientras procuramos aplicarlos a los problemas de nuestro tiempo. No temamos trazar nuevas direcciones ni actuar de una forma nueva o hablar con nuevos significados; tengamos el valor de comprometernos con una Sociedad cuyos objetivos abrazan la totalidad del entendimiento y actuemos de tal manera que todos sepan que tanto para nosotros, como para los Hermanos Adeptos, el término “Fraternidad Universal” no es una simple frase.

[Este artículo apareció en la edición de marzo de 2015 de TheoSophia, la revista oficial de la ST de Nueva Zelanda.]

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http://www.theosophyforward.com/articles/theosophy/1596-the-courage-of-commitment