La amorosa bondad en la práctica

Einar Adalsteinsson – Islandia

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Einar Adalsteinsson

La amorosa bondad no está implícita en las lecturas que hacemos sobre ella; es más bien un acto de comunión, una comunicación mutua. Por eso tengo que pedirte tu ayuda, querido lector. Puedes desechar todo lo que digo, pero antes deja que las palabras y las ideas caigan en tu mente como una lluvia fina o pasen por tu conciencia como la brisa suave en el trigal. Deja que “la calma de la naturaleza” impere en los reinos internos, a los que no afectan ni mis palabras ni mis ideas. Conviértelo en una meditación.

La amorosa bondad es un estado de ánimo, pero de ningún modo permanente o  invariable. Es una nueva corriente poderosa y fresca. Podemos sentir esa corriente dentro de nosotros cuando tenemos la actitud adecuada, alegre y pura, y cuando todo está bien. Se trata, por lo tanto, más de una ausencia de  lucha interna y externa, que no de algo que se deba adquirir. Realmente siempre está allí.

La amorosa bondad no solamente está presente dentro de cada uno de nosotros, sino que se halla en todas partes. Es lo que mantiene al universo unido. Y es lo que tenemos que manifestar en la práctica. Pero parece que hay algo en nuestra psique, algo personal, que cubre pesadamente ese estado íntimo y natural de amorosa bondad.

La mayor parte del tiempo la asfixiamos con nuestros pensamientos y emociones, y no la dejamos resplandecer. Y tal vez no estemos preparados del todo para mostrarla en el trabajo práctico cada vez que por casualidad aflora en nuestra conciencia. Preferimos disfrutar de ella a solas. Tenemos, pues una doble tarea para hacer que la amorosa bondad more no solamente en nuestra mente sino que ayude a iluminar también nuestro entorno.

El problema es que no podemos convertirnos en personas amorosas. Todo esfuerzo va a fracasar. Podemos ser alguien amoroso, pero no podemos ni tener ni adquirir la amorosa bondad. Además, si somos personas realmente amorosas, no podemos poseer nada; hemos de renunciar a todo, ¡incluso a la amorosa bondad!

Puesto que no hay una vía directa, debemos probar con la ruta indirecta. Nos encontramos con dos obstáculos: En primer lugar, ir más allá de las ideas, sobre todo en lo que respecta a lo que es o no es la amorosa bondad. En segundo lugar, gestionar las inclinaciones emocionales que oscurecen totalmente sus movimientos sutiles. La amorosa bondad no es ni una idea ni una emoción, por tanto el principio del pensamiento del hombre resulta claramente ineficaz para conocerla, y la emoción también. Indudablemente, la amorosa bondad  influye tanto en nuestros pensamientos como en nuestras emociones. Pero no a la inversa. Los pensamientos y las emociones interactúan entre sí, pero no tocan ese terreno primordial que es la amorosa bondad misma. Ese estado permanece siempre intocable y nuestra ignorancia no puede mancillarlo nunca.

El único camino abierto es el de comprender y ver. Con la comprensión, despierta espontáneamente otra virtud, el perdón. Comprender es perdonar. El perdón es simplemente una corrección dentro de la psique. Por favor fijaros en que no estamos hablando del aspecto lógico del entendimiento, sino de 'ver', de reconciliarnos. Lo mismo se aplica al perdón. El verdadero perdón no es algo que haya que hacer, sino algo que ocurre - cuando comprendemos realmente. Ante todo  tiene que ser una comprensión interna que de origen a la armonía interna. Aunque la comprensión intelectual del perdón o el deseo de hacerlo no nos sea de utilidad, hemos de persistir en la voluntad  y buscar o anhelar la verdad y la comprensión. Debemos esforzarnos por corregir todos los malentendidos de nuestra psique, deliberadamente, constantemente, a conciencia. Esto sólo se consigue siendo conscientes de nosotros mismos y de la manera en que interactuamos con los demás. Perdonar incluye todo lo interno y lo externo.

Unas veces parece que estamos más cerca de experimentar esa amorosa bondad que otras. A veces nos podemos sentir abrumados por el miedo y la hostilidad interna y otras hay armonía y nos sentimos muy bien dispuestos hacia todos los demás. Es importante que nos demos cuenta de estos cambios naturales, sobre todo en nuestros momentos difíciles y duros, que no son más que breves momentos de un humor transitorio. Si actuáramos como un testigo atento, en vez de hacerlo como víctima indefensa, iríamos comprendiendo gradualmente los procesos de la conciencia que nos conducirían hasta la armonización interna. Entonces podríamos comprender y perdonar sin esfuerzo.

Buscar los momentos de armonía interna, sin embargo, es algo más importante, porque solamente entonces podemos llegar a una comprensión global, a esa visión fundamental, para abordar nuestros problemas más difíciles. Hemos de hacer lo posible por tratar de apreciar y expandir esos momentos de dicha tratando de incorporarlos a nuestra rutina diaria. No hace falta sentarnos a meditar regularmente sobre ello, aunque no os voy a disuadir de hacerlo, porque todos necesitamos liberarnos de vez en cuando del ajetreo cotidiano y disfrutar en soledad de un momento de libertad.

Es importante que nos adentremos en nuestro interior y tratemos de encontrar la armonía, la paz y la tranquilidad internas que caracterizan a la amorosa bondad; que tomemos nota de las interacciones de los pensamientos y las emociones, de cómo uno reproduce al otro y viceversa; que nos fijemos con atención en los momentos de nuevas comprensiones, cuando una nueva chispa de la intuición nos ilumina los problemas que nos habían estado abrumando, o aporta con un destello una nueva solución para ellos. Esos momentos radiantes se reconocen fácilmente por la dicha interna que surge de nuestro interior.

En esos momentos tratad de no aferraros a ese estado; mantened la atención vulnerable a nuevas intuiciones y comprensiones. No debemos temer que se pierda ninguna intuición cuando abandonemos la idea que la produjo. La intuición es un estado de conciencia que, para la mayoría de nosotros, sólo aparece de vez en cuando y desaparece en el momento de dirigir la atención a la idea o al embalaje en el que se manifiesta. Pero no tiene necesariamente por qué ser así. Estamos ahora considerando la mejor forma de expandir cada vez más esos momentos de intuición en una zona cada vez más amplia de nuestra conciencia normal, para que nuestra vida al final vaya entrando suavemente en una armonía y visión continuas, que es la Gran Iluminación misma. Es esta invasión de la intuición la que despeja el terreno para la amorosa bondad, el amor universal que no establece ninguna diferencia sino que se extiende de forma igualitaria por encima de todo.

La comprensión y la amorosa bondad siempre van juntas y no pueden existir la una sin la otra. En realidad son una sola y la misma cosa, con dos papeles distintos. La comprensión es una percepción, un a experiencia, la parte pasiva. La amorosa bondad es la parte activa y creativa. Moldea las emociones y los pensamientos y ejerce una influencia en todo nuestro ser, desde el elemento material más denso hasta el más sutil y espiritual. La amorosa bondad no necesita ninguna atención especial. Se manifiesta en todas nuestras actitudes y acciones. Por cuenta propia corrige todas las imperfecciones internas y externas y la armonía lo invade todo. La amorosa bondad es nuestra naturaleza, creativa, sanadora, fresca e imparcial unilateralmente, disponible libremente en cada una de nuestras acciones, pensamientos y expresiones. No hemos de hacer nada, no hemos de cuidarnos de nada.

Sólo simplemente dejarla salir.

[Reimpreso del Theosophist, octubre de 1998, con el agradecimiento especial a Janet Kerschner]

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http://www.theosophyforward.com/articles/theosophy/1601-loving-kindness-in-practice