La Voz del Corazón

Damodar Mavalankar – India


Damodar Mavalankar

Anoche, justo cuando estaba a punto de ir a descansar, la voz de Kunala me llamó desde afuera y allí fui de inmediato. Mirándome fijamente, me dijo: "queremos verte", y mientras hablaba, cambió gradualmente, o desapareció, o fue absorbido, por la forma de otro hombre con rostro y ojos impresionantes, cuya forma aparentemente surgió de la materia del cuerpo de Kunala. En el mismo momento, otros dos estaban allí también, vestidos con el traje tibetano; y uno de ellos entró en mi habitación de donde yo había salido. Después de saludarlos con reverencia, y sin saber cuál era su objetivo, dije al más grande: "¿Tiene alguna orden que dar?"

“Si hay alguna, se te dará sin que preguntes”, contestó, “quédate quieto donde estás”.

Entonces comenzó a mirarme fijamente. . . No puedo decir ahora qué tiempo pasó entre eso y lo que ahora sigue. Pero vi que estaba en un lugar peculiar. Era como el borde de una serranía. Había un lugar donde solo había dos casas, una en frente de la otra, y ningún otro signo de habitación; de una de ellas salió el viejo Fakir que vi en el festival de Durga, pero qué cambiado y, sin embargo, el mismo: antes tan viejo, tan repulsivo; Ahora tan joven, tan glorioso, tan hermoso. Él me sonrió benévolamente y dijo:

“Nunca esperes ver a nadie, pero siempre estate listo para contestar si te hablan; no es sabio buscar fuera de ti a los grandes seguidores de Vasudeva: mira mejor dentro de ti”.

¡Las mismas palabras del pobre Faquir! Luego me ordenó que lo siguiera. Después de recorrer una corta distancia, de aproximadamente media milla, llegamos a un pasaje subterráneo natural ... El camino es muy peligroso; el río fluye por debajo de toda la furia de las aguas acumuladas, y existe una calzada natural sobre la que puedes pasar; solo puede ir una persona a la vez y un paso en falso sella el destino del viajero. Además de esta calzada, hay varios valles por recorrer. Después de caminar una distancia considerable a través de este pasaje subterráneo, entramos en una llanura abierta ... Allí se alza un enorme edificio de miles de años. Delante hay un gran Tau egipcio. El edificio descansa sobre siete grandes pilares, cada uno en forma de pirámide. La puerta de entrada tiene un gran arco triangular, y en el interior hay varios apartamentos. El edificio es tan grande que creo que puede contener fácilmente a veinte mil personas. Algunas de las habitaciones me fueron mostradas.

Este debe ser el lugar central para todos aquellos ... [que] van a la iniciación y permanecen durante el período requerido. Luego entramos en el gran salón con mi guía al frente. Era aparentemente joven, pero en sus ojos había una mirada de años y años ... La grandeza y la serenidad del lugar impresionan al corazón con asombro. En el centro estaba lo que llamaríamos un altar, pero debe de ser solo el lugar donde se concentra todo el poder, la intención, el conocimiento y la influencia de la asamblea. En cuanto al asiento, el lugar o el trono ocupado por el jefe ... está rodeado de una gloria indescriptible, que consiste en una refulgencia que parecía irradiarse de quien la ocupaba. Los alrededores del trono no eran hermosos, ni el lugar en sí estaba especialmente decorado, toda la magnificencia agregada se debía al aura que emanaba de Él sentado allí. Y sobre su cabeza creí ver cuando estaba allí, tres triángulos dorados como flotando en el aire. Sí, estaban allí y parecían brillar con un brillo sobrenatural que anunciaba su origen inspirado. Pero ni ellos ni la luz que impregnaba el lugar eran producidos por ningún medio mecánico. Cuando miré a mi alrededor, vi que otros tenían un triángulo, algunos dos, y todos con esa peculiar luz brillante...

14avo día de la nueva luna. Los acontecimientos de la noche en el pasillo de iniciación me preocuparon mucho. ¿Era un sueño? ¿Me estaba autoengañando? ¿Puede ser que imaginara todo aquello? Tales eran las raras preguntas que cruzaron mi mente en los días siguientes. Kunala no habla de ello y no puedo preguntar. Ni lo haré. Estoy decidido a que sea como sea, tengo que encontrar la solución, o debe dárseme voluntariamente. ¿De qué me sirven todas las enseñanzas y los símbolos, si no puedo elevarme a ese Plano de conocimiento penetrante, por el cual sea yo solo capaz de solucionar este embrollo y saber discernir entre lo verdadero y lo falso o ilusorio? Si soy incapaz de zanjar estas dudas intrigantes, estas ataduras de la ignorancia, es la prueba de que todavía no alcanzo el Plano Superior a estas dudas... Anoche después todo un día de búsqueda a través de mi cielo mental, de estos destructores de la estabilidad – aves de paso mentales – me tumbé en la cama, y según lo hacía, escuché estas palabras:

“La ansiedad es el enemigo del conocimiento; como un velo que cae ante los ojos del Alma; entreténgala, y más grueso se hará este velo; expúlsela, y el sol de la Verdad disipará esta nube de velo”.

Admitiendo esa verdad, me decidí a prohibirme cualquier ansiedad. Bien sabía que la prohibición surgía de las profundidades de mi Corazón, ya que era la voz del Maestro y la confianza en su Sabiduría, la naturaleza de autoordenamiento de las propias palabras, me obligaba a rendirme a la instrucción. Tan pronto tomé la resolución, cayó algo de mi cara y lo agarré inmediatamente en mi mano. Lo iluminé con una lámpara, ante mí tenía una nota en letra conocida. Abriéndola, leí:

“Nilakant. No era ningún sueño. Todo era verdadero y, además, lo que pudo se retenido por el conocimiento despierto, pasó allí. Reflexiona sobre ello como si fuera realidad, y de la circunstancia más leve saca conclusiones, independientemente de la cantidad del conocimiento que tengas. Nunca olvides que tu progreso espiritual a menudo continúa sin que te des cuenta. Dos de los muchos obstáculos para la memoria son la ansiedad y el egoísmo. La ansiedad es una barrera construida de materiales ásperos y amargos. El egoísmo es una oscuridad ardiente que quemará la matriz de la memoria. Para lidiar con esta memoria tuya entonces, trae la calma pacífica de la alegría y la vivificante lluvia de la benevolencia”.

De: El diario de un Chela hindú

 

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