Nuestro Mundo

LO QUE FALTA, a petición del público: EDUCACIÓN

Susan Ockerse - EE. UU

Albert Schweitzer mencionó los siete derechos de todo ser humano (comida, agua, casa, etc.) El séptimo era la educación. Cada ser humano necesita la educación tanto como los otros seis derechos esenciales. La educación es tan importante como cualquier otra necesidad vital.

¿Qué es la educación? Cada persona en este planeta probablemente tenga su propia respuesta para esa pregunta. ¿Significa la educación lo mismo que una acumulación de conocimientos? Aristóteles y Platón se diferencian fundamentalmente en este punto. Aristóteles mantenía que entramos en este mundo como un recipiente vacío que debe llenarse de conocimientos. Platón, en cambio, mantenía que venimos con una cantidad enorme de conocimientos que sólo tienen que recordarse. Al fin y al cabo, la palabra educación significa extracción. Los Teósofos quizás se decanten por Platón, porque era un iniciado y algo debía saber, pero también entienden el principio de la reencarnación, según el cual traemos con nosotros las facultades adquiridas de otras vidas. A través de la educación, el individuo conoce quién es, por qué es y lo que tiene que hacer. Reconoce su lugar en el gran esquema de las cosas, el despliegue de la vida en toda su complejidad y los ecosistemas. Comprende que una sola voz puede cambiar las cosas, pero que muchas voces unidas pueden cambiar el mundo. Todo esto no significa que los adelantos en matemáticas, ciencia, tecnología, y las artes no sean atendidos de igual manera. La diferencia es la manera en que los profesores presentan esta información. El enfoque está en el individuo. Lamentablemente, los teósofos son una minoría. En los Estados Unidos tenemos la escuelas  Montessori, Krishnamurti, y Steiner (Waldorf), por mencionar a tres, pero comparado con la población total, a estas escuelas acceden muy pocos. Esperemos que los estudiantes que aceptan las ideas de Platón sobre la educación sean quienes hagan esos cambios positivos. Sólo una buena educación puede establecer los cimientos del futuro y fertilizar la tierra para el buen crecimiento de las semillas. Como dijo Krishnamurti, todo cambio debe comenzar en el individuo.


¿Qué ocurre en el resto de las escuelas? Huston Smith mencionó en una conferencia ofrecida en Ojai, CA, que las ideas Aristotélicas dominan la religión y la Ciencia occidentales. Es por eso, entonces, que también dominan nuestra enseñanza. (Deliberadamente uso un término distinto al de educación, porque la enseñanza añade conocimiento, no lo extrae de uno) ¿Por qué, cabría preguntar, ha dominado tanto  la enseñanza Aristotélica en la humanidad Occidental? La causa primordial podría ser el miedo, un miedo a perder el poder o el control por parte de los primeros líderes de la iglesia, o un miedo a lo desconocido. Cuando extraemos algo, no sabemos qué vamos a obtener; pero cuando introducimos el conocimiento esperamos poder controlar el resultado. Winston Churchill dio en el clavo cuando dijo: “no tenemos nada que temer, excepto al miedo” Este tipo de miedo es más invasivo que el miedo producido por una huida o una lucha, con su adrenalina correspondiente. Ese miedo puede dominar todo nuestro pensamiento y nuestras acciones si no estamos atentos. Lo menciono  sólo para que seamos conscientes y veamos quién nos está dirigiendo y por qué. Podemos ahora analizar el tema de la educación, pero con más atención.

Desde mi rincón del mundo, la educación tiene numerosos problemas. Nos viene a la mente inmediatamente la feroz competencia que hay en cada uno de sus aspectos. Las escuelas organizan competiciones de todo tipo casi en cada curso, basándose sobre todo en la cantidad de información recibida que se puede recordar o retener. Lo único que hace la memorización es llenar de datos la mente intelectual; pero no nutre a la inteligencia. Algunas escuelas dan premios cada año, a veces por las ideas más triviales, para no dejar a ningún niño sin el suyo. Al menos con esto demuestran cierta preocupación los organizadores. Los profesores y la administración clasifican a los estudiantes según los resultados que obtienen en los exámenes. Aunque los estudios demuestran que esas pruebas no son indicativas de toda nuestra capacidad, el enfoque de las escuelas primarias, es decir, en los años formativos, se concentra en ellas. ¿Por qué hemos de ser siempre competitivos, mejores que los demás o, en otros campos, iguales a todos los demás? Cada individuo debe ser él mismo. ¿Qué pasaría si inculcáramos una sensación personal satisfactoria por haber comprendido un concepto, por completar unos estudios o por dominar una tarea? En el deporte, se insiste en que los atletas intenten hacerlo lo mejor posible, aunque siempre deba haber un ganador. Necesitamos una recompensa y tenemos que compararnos con los demás. Como teósofos, sabemos que esto no es lo correcto. La sociedad nos enseña a preocuparnos por si alguien tiene algo que nosotros no tenemos y esto nos angustia. Aprendemos a competir desde una edad muy temprana. Por supuesto, nos dicen que una competencia sana es beneficiosa, porque con ello se estimula a los estudiantes a superarse. Por desgracia, no siempre funciona así. He visto demasiados ejemplos del efecto contrario. Cuando leemos lo que escribió Krishnamurti  sobre la educación, entendemos que ninguna competencia es sana. La competencia genera conflicto. También puede alimentar una falta de respeto hacia quienes no parecen cumplir con ciertas expectativas. Y ya sabemos a dónde conduce la falta de respeto. Es algo contagioso; puede generar una falta de respeto en general, hacia el medio ambiente, hacia la sociedad, las autoridades, etc.

Si la competencia no es buena para algunos estudiantes, pero se fomenta, ¿no significa eso que en las escuelas el objetivo no es el individuo? En las aulas que tienen un gran número de estudiantes, (y cada vez son más numerosos, por las reducciones en los presupuestos), el profesor no suele tener tiempo para ocuparse individualmente de cada alumno. Se les “suministra” la información y si algún estudiante no la capta, es culpa suya. Los teósofos sabemos que cuando hay un interés, se produce el aprendizaje. Muchos profesores no tienen en cuenta que una parte de su trabajo consiste en  despertar ese interés. Las escuelas tienen sus exigencias, las asignaturas o materias específicas que deben impartir. Los profesores han de presentar sus programaciones y cumplirlas. Ningún profesor puede quedarse atrás. No quedaría bien ni para el profesor ni para la escuela, porque aquí también existe la competición. Hay que mantener la reputación o mejorarla. Estoy seguro de que todos hemos pasado por la experiencia de explicar algo a alguien que no parece entenderlo. ¿Le pasa algo a esa persona? ¿Deberíamos encogernos de hombros y olvidarlo? ¿O a lo mejor existe otra manera de expresar nuestro pensamiento  para hacerlo inteligible? Esto lleva tiempo, pero es un tiempo importante para el individuo. No hay nada como presenciar ese momento del "aaaah” cuando el estudiante acaba comprendiéndolo. Irradia felicidad.

Otra consideración acerca del individuo es la que se refiere a las clases de repaso. Es una solución rápida, pero ¿a qué precio? Si una escuela tiene un número determinado de estudiantes que necesitan una ayuda especial o una recuperación, tal vez obtenga subvenciones que lo hagan posible. Pero también significa etiquetar y separar a los estudiantes que necesitan esa ayuda suplementaria. A veces  también hay que añadir a otros estudiantes que están “en el límite" de la incapacidad y que realmente no necesitan ese programa, pero hay que reunir el número necesario de alumnos. Estas etiquetas crean un estigma que puede acabar empeorando el problema en vez de resolverlo. Algunos de estos estudiantes son igual de inteligentes que los demás, pero tienen problemas emocionales en su historial que hay que tratar. Lo único que  necesitan es alguien que se preocupe y no otra etiqueta que les desmotive y siga obstaculizando su desarrollo. Estoy incluyendo también a los buenos estudiantes en esa separación y etiquetado que tantos problemas acarrea. Se oye hablar mucho estos días de personas en las que predomina el cerebro derecho o el izquierdo. Pero en el caso del aprendizaje, esto es algo realmente importante. Entonces, ¿por qué nuestras escuelas no lo tienen en cuenta? Nuestros departamentos "de educación" crean escuelas que garantizan un pensamiento lineal, una función evidente del hemisferio cerebral izquierdo. ¿Y qué pasa con los estudiantes “espaciales” en los que predomina el hemisferio derecho? Los profesores pueden considerarlos "lentos" o problemáticos, cuando lo que ocurre es que se aburren sin llegar a comprometerse. De hecho, muchas de nuestras escuelas han eliminado del todo el arte (y la música), por considerarlo innecesario, enajenando así aún más a los pensadores espaciales. No todos los profesores piensan igual, pero todas las escuelas tienen que operar según su presupuesto. Por esto, las juntas de directivos eliminan "lo innecesario". No sufren sólo los pensadores espaciales, sino todo el alumnado entero, porque no se atiende a la persona de una forma global.

Los profesores también pueden tener una tendencia, como todos nosotros, a juzgar sin tener toda la información, una actividad mucho más frecuente cuando todos los estudiantes trabajan con el mismo material. Los juicios de los que hablo ahora son distintos a los casos especiales mencionados antes. Estos juicios repentinos por lo general podrían llegar a ser graves, pero voy a contar un incidente gracioso para dar un ejemplo a mis compañeros  teósofos: Un profesor de primer curso, una persona por otra parte excepcional, les dio la misma ficha de trabajo a todos los estudiantes. Tenía dos columnas de imágenes para que conectaran con una línea las imágenes  relacionadas. Había la imagen de una sartén y otra de un jamón, mientras que los otros pares eran bastante claros. Una niña de la clase, vegetariana, no había visto nunca un jamón, no tenía ni idea de lo que era y no supo conectar las líneas. Estaba tan confundida que no sabía que hacer y acabó equivocándose en todo. La profesora, muy preocupada, habló con su padre para comentarle el problema de su hija. El padre miró el papel y comenzó a reírse. La profesora se mostró sorprendida, pero en cuanto oyó la explicación, también acabó riéndose. Y le dijo que ya vigilaría más con las fichas que les diera a los alumnos en el futuro.

Todos estos problemas son el resultado del tipo de enseñanza Aristotélica. Si pudiéramos tener la oportunidad de tener una verdadera educación Platónica, muchos de ellos desaparecerían. Lamentablemente, nuestra "educación" se halla a merced del comité político, económico y, en algunos casos, de la religión. No necesitamos abordar estos temas ahora, porque todos conocemos sus consecuencias. Pero someter a todos los estudiantes al trabajo con el mismo material limita la calidad de la enseñanza. Los programas institucionalizados limitan lo que se les enseña y puede acabar siendo algo restringido y genérico. Los estudiantes también pueden desarrollar una tendencia a tratar de complacer al profesor con lo que creen que  quiere, en lugar de pensar por sí mismos. La educación institucionalizada puede dejar la puerta abierta a modas o tendencias que pueden ser contrarias al interés de los estudiantes pero que son el resultado de la idea brillante de alguien. Es verdad que algunas escuelas tratan de compensar esto con  programas extra-escolares, o clubes. La información que se obtiene en estas situaciones supera con mucho la del aula, ya que se le añade el interés personal y la experiencia personal. Aprendemos mejor cuando experimentamos, pero en el aula esto no suele ocurrir. Desgraciadamente, tal vez no todas las escuelas tengan la oportunidad de ofrecer programas extra-escolares o de experimentar dentro del aula. Supongo que no es ningún misterio comprender el motivo del aumento de la educación dentro del hogar.

Hay un problema más que afecta a la educación de nuestros niños. Lentamente, a lo largo de los años, podemos ver una tendencia creciente a no respetar a nuestros profesores como se hacía antes. Podríamos relacionarlo con la política, pero también con un falso rumor extendido entre la población con más acceso a los medios de comunicación, de que cuando  uno no sirve para nada más se dedica a la enseñanza. Por suerte, esta idea no afecta a los profesores de vocación, que no de formación, profesores en cuya creatividad y dedicación no puede influir la opinión pública. Estos individuos sienten una vocación que vence cualquier obstáculo, un conocimiento de que, sin una calidad en la educación, nuestro futuro como sociedad es triste, una compasión por el prójimo, y un sentido del deber que linda con el autosacrificio. El falso rumor afecta realmente a la actitud de los estudiantes respecto a los profesores y a la educación en general, y a quienes son responsables  de la política y la financiación. Todo esto surge del conflicto, de la comparación y del miedo.

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