Nuestro Mundo

Barbara Hebert - EE. UU

Cuando miramos el mundo actual a nuestro alrededor podemos sentirnos  abrumados en seguida por todos los problemas y dificultades que vemos ante nosotros. La pobreza y el hambre son endémicos en muchas zonas; la intolerancia, la discriminación y la desigualdad siguen asediando al mundo; parece que la violencia sea el medio primordial de solucionar conflictos. En todo el mundo, afrontamos el azote del consumo de substancias tóxicas con su multiplicidad de tentáculos, que causan un sufrimiento y una tristeza indecibles a sus usuarios y a sus personas queridas. Cuando miramos a nuestro mundo actual y vemos la realidad del sufrimiento, parece como si la única solución sea mover tristemente la cabeza y susurrar en voz baja “¡Ah, esta humanidad huérfana!”

Como Teósofos, se nos ha acusado de "escondernos" dentro de nuestros libros, de no vivir en el mundo real. Se nos acusa de estar enfocados en la "cabeza" y no en el "corazón". Es decir que, sabiendo que individualmente no podemos ni siquiera empezar a hacer mella en las tragedias que sufre la humanidad, podemos volver a nuestros estudios tranquilamente, pensando que  ese sufrimiento es lo que le toca pasar al mundo en este momento de la evolución, porque estamos en el Kali Yuga. ¿Correcto? Rotundamente no.


La Teosofía versa sobre el estudio de la sabiduría antigua que nos insta a esforzarnos para ser conscientes de nuestra propia divinidad y de la unidad de todos los seres. La Teosofía habla de la globalidad. Si un individuo cae en el lodo, todos caemos en el lodo. Si alguien sufre, todos sufrimos. No podemos dividirnos en "cabeza" y "corazón". Tanto la cabeza como el corazón forman parte de quienes somos; se necesitan los dos para funcionar con éxito en el mundo; se necesitan los dos para hacer el viaje hacia una conciencia consciente. Pensad por un instante ….¿Cómo sería hacer ese viaje sólo con la mente? ....¿Cómo sería hacer ese viaje teniendo sólo corazón? ¡Necesitamos los dos, tenemos los dos y hemos de utilizarlos a los dos!

El estudio nos permite comprender las tragedias a las que se enfrentan los individuos de todo el mundo. Nuestra mente nos ayuda a encontrar algún sentido al sufrimiento que vemos. Nuestra mente trabaja con conceptos  como el  karma y el  dharma. Por medio de la mente, nos proponemos alcanzar el entendimiento último, el final de nuestro viaje, – y no simplemente para saber algo de ello, sino para CONOCERLO. No obstante, no podemos llegar al final del viaje sólo con la mente. Nos tiene que acompañar el corazón.

Nuestras acciones, nuestro amor y nuestro corazón tienden la mano a los que sufren. Vemos la tristeza y actuamos para disminuirla. Vemos la intolerancia y nos esforzamos por mitigarla. Vemos la pobreza y el hambre e intentamos acabar con ello. Por medio de este karma yoga nos vamos acercando al final de nuestro viaje, no simplemente para amar a toda la creación, sino más bien para SERVIR a todos los aspectos de la vida en el sentido más divino. No obstante, para no vernos arrastrados por las emociones del servicio, nos tiene que acompañar la mente en nuestro viaje.

La mente y el corazón tienen que fundirse para ofrecer ese equilibrio tan necesario para las dos acciones, la de CONOCER y la de SERVIR. El conocimiento sin servicio es inútil; el servicio sin conocimiento no sirve de nada. ¿Cómo podemos avanzar, entonces?

Utilizar nuestros estudios para fundamentar el conocimiento a partir del cual podamos servir parece algo razonable. Si no tuviéramos ciertas ideas sobre las leyes del karma, probablemente nos abrumaría toda la angustia que existe en nuestro mundo. En ese punto, podríamos simplemente ceder a la desesperación; y entonces, en vez de prestar ayuda, acrecentaríamos la desesperación que ya existe en tantos lugares. Con nuestros estudios, sabemos que los pensamientos tienen fuerza y pueden influir en los demás. Podemos usar nuestros pensamientos para ayudar a otros. También con nuestros estudios, sabemos que la meditación puede ayudar a elevar la misma conciencia de la humanidad como un todo. Parece, pues, que contar con cierta comprensión de la sabiduría divina no puede sino mejorar nuestro servicio. Y servir es algo que debemos hacer.

El axioma “Teósofo es quien practica la Teosofía” nos impulsa hacia el servicio. Debemos HACER Teosofía. Debemos poner en práctica las enseñanzas de la Teosofía. Para unos, la idea de poner las enseñanzas de la Teosofía en práctica puede parecer desalentadora; para otros ¡puede sonar como un toque de diana! Aquellos de nosotros que sientan el desaliento pueden preguntarse … “¿Qué puedo hacer yo para ayudar? No tengo mucho dinero. Debo trabajar y ocuparme de mi familia. ¿Cómo puedo servir?” ¡Independientemente de si estamos en la vanguardia, poniendo en jaque la desigualdad que hay en nuestro mundo o si ayudamos a nuestro vecino en un momento de necesidad, ¡estamos “haciendo Teosofía”!

Cada uno de nosotros es único y puede, por ello, servir a su manera, propia y única. Podemos usar nuestros pensamientos para ayudar a los demás. Enviar buenos pensamientos de amor a alguien que tiene problemas es una forma de servicio. Por ejemplo, si alguien nos interrumpe en el tráfico, podríamos enviarle a esa persona pensamientos de paz y cariño (¡mejor que los pensamientos que le enviamos normalmente!). También podemos usar nuestras acciones para servir a otros. Sazonar nuestra vida con actos espontáneos de bondad es realmente una manera de servir. A un nivel muy simple, podemos abrirle la puerta a alguien (¡tanto si lo necesita como si no!). Podemos establecer con los demás  un contacto visual y sonreírles de verdad, durante el día. Por supuesto podemos ampliar estos simples métodos de servir enfocando nuestros pensamientos y acciones a una escala más amplia de meditación. Podemos usar nuestra práctica de la meditación para contribuir a elevar la conciencia de la humanidad, para elevarla por encima del lodo del sufrimiento y del dolor, de modo que todos los seres puedan vivir en la Luz.

Así, cuando miramos nuestro mundo actual podemos ver no sólo el sufrimiento que parece endémico, sino también las interminables posibilidades de servicio  que tenemos, si usamos tanto la cabeza como el corazón. No sólo podemos equilibrarnos a nosotros mismos sino ayudar a equilibrar el mundo en que vivimos por medio del Conocimiento y del Servicio. ¡Podemos “hacer Teosofía”!

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