Mary Anderson – Inglaterra
‘Teosofía Viviente’, como ha indicado el doctor Algeo, puede interpretarse de dos maneras: como la Teosofía que está viviente y como un estilo de vida teosófico.
¿Podríamos decir que somos nosotros quienes, al vivirla, mantendremos viva la Teosofía como una fuerza viviente?
Cuando pensamos o hablamos de convertir la Teosofía en una fuerza viviente en nuestro mundo, ¿queremos decir la Sociedad Teosófica o los miembros en general, o acaso esta pregunta está dirigida a cada uno de nosotros? Después de todo, la Sociedad no es una abstracción, sino que está compuesta por sus miembros, y además todos los miembros son libres de tomar sus propias decisiones respecto a la manera de convertir la Teosofía en una fuerza viviente en su vida. Sin embargo, si somos serios, nuestras decisiones como teósofos — y también nuestras acciones y nuestra actitud general - estarán basadas espontáneamente en lo que significa la filosofía teosófica para nosotros personalmente.
Si hemos entendido las enseñanzas Teosóficas — cada uno de nosotros a nuestra manera y con toda seriedad — nuestra vida se verá afectada. Realmente, la Teosofía es una filosofía, una enseñanza, pero es también un estilo de vida a la luz de aquella enseñanza.
Todos somos individuos diferentes y nuestro entendimiento de la Teosofía también puede diferir en algunos aspectos, pero lo importante es que, si nos la tomamos en serio, la Teosofía debería convertirse, de forma espontánea, en ‘una fuerza viviente’ en nuestra vida. Esta fuerza viviente la sentirán, a veces, los demás.
Si miramos hacia atrás y vemos como fueron nuestros primeros encuentros con la Teosofía, tal vez fue un artículo o un libro lo que despertó nuestro interés. Pero para muchos de nosotros puede que no haya sido la enseñanza en sí lo que despertó por primera vez nuestro interés — en realidad tal vez nos despertara recuerdos de algo familiar (nos sonaba). Puede que haya sido más bien un encuentro con un teósofo inspirado por los principios teosóficos, que trataba, en lo posible, de vivir de acuerdo con ellos, sin el más mínimo deseo de imponérselos a los demás.
La importancia que tienen los encuentros personales no significa que no debamos organizar o tener conferencias, seminarios, debates, etc. o escribir artículos para explicar y extender las enseñanzas teosóficas de una manera no dogmática. Realmente, estas actividades son importantes y deberían llevarse a cabo, en la medida de lo posible, de manera eficiente, incluso profesional, pero esencialmente humana. Pero lo que es también sumamente importante es que toda nuestra actitud en la vida tiene que verse afectada, de forma natural, por estas enseñanzas. ¿Cómo actuamos, como individuos, cuando sufrimos una pérdida, cuando nos sentimos decepcionados, engañados, incomprendidos o maltratados? Puede que despertemos el interés de la gente porque se preguntan cómo logramos sobrevivir a las catástrofes de nuestra vida, cómo afrontamos la suerte y la desgracia y a veces incluso, tal como escribió Kipling, ‘tratamos a estos dos impostores exactamente de la misma manera’.
También, dentro de la Sociedad, tal vez tengamos actitudes y opiniones diferentes. Tal vez nos discutamos. Pero podemos simplemente ’estar de acuerdo en qué diferimos‘ y quizás sea nuestra concepción de la fraternidad de la humanidad lo que refuerza los lazos entre nosotros como miembros. Una colega mía vino una vez de viaje con nosotros a otra ciudad de Suiza para unas reuniones. No asistió a las reuniones, pero vino con nosotros ‘para hacer el viaje’. Después comentó lo cordiales que todos habíamos sido entre nosotros.
Si nuestro entendimiento de la filosofía teosófica es lo bastante profundo (aunque pueda o incluso deba ser simple), nosotros, como individuos y también como grupo, atraeremos a otros, especialmente a los que no están esclavizados por el dogma o la superstición y a los que buscan algo. Después de todo, nosotros también somos buscadores, seres humanos que todavía no lo han encontrado todo. Realmente, si creyéramos haberlo encontrado todo, correríamos el riesgo de convertirnos en dogmáticos.
He tratado el tema de convertir a la Teosofía en una fuerza viviente en nuestra propia vida y no el de convertirla en una fuerza viviente en el mundo. Pero, al fin y al cabo, todos formamos parte del mundo. El primer paso, como dijo tantas veces Christmas Humphreys, es importante. El primer paso involucra a nuestra propia vida. Si la Teosofía se convierte en una fuerza viviente en nuestra vida, puede convertirse en una fuerza viviente en nuestro entorno. Este tipo de fuerza viviente tal vez no sea perceptible todavía, pero cuando las circunstancias son favorables, puede también convertirse en una fuerza dentro de un entorno cada vez más amplio.
Por supuesto, la Teosofía no se convertirá en una fuerza viva en el mundo por arte de magia. Estamos todavía muy inmersos en el kali-yuga. Pero tanto si nosotros, como Teósofos, estudiamos solos y formamos nuestras propias actitudes como si extendemos estos estudios y estas actitudes en nuestro entorno, simplemente estaremos sembrando semillas que, de alguna manera y en algún momento, darán plantas que finalmente producirán una cosecha para alimentar a los hambrientos.
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