De un estudiante
Dijo el discípulo: ¡Oh, Maestro!, ¿qué puedo hacer para alcanzar la Sabiduría?
¡Oh, Sabio!, ¿qué hacer para alcanzar la perfección?
Busca los Caminos. Pero, ¡Oh! Lanú, ten el corazón limpio antes de comenzar tu viaje. Antes de dar el primer paso, aprende a distinguir lo verdadero de lo falso, lo fugaz de lo eterno. Aprende, sobre todo, a separar el conocimiento mental de la sabiduría del Alma, la doctrina "del Ojo" de la doctrina "del Corazón"
De La Voz del Silencio
A un discípulo que busca el conocimiento sobre el camino hacia la sabiduría y la perfección, el maestro le responde con una distinción entre el aprendizaje mental y la sabiduría del Alma e insiste en la importancia de limpiar o purificar el "corazón". Esta distinción, que es clave en la enseñanza del texto sagrado La Voz del Silencio, está expresada en los términos metafóricos de "la doctrina del ojo" y "la doctrina de corazón". Se pueden explicar los dos términos según los distintos niveles del desarrollo humano, desde las opciones más elevadas de un ser iluminado hasta los planteamientos corrientes del aprendizaje y de los deberes de la vida humana.
Para los que buscan el entendimiento del mundo material, el aprendizaje mental consiste en lo que llamamos el conocimiento mundano obtenido a través de los sentidos, el cerebro y el intelecto. Este conocimiento de información de los hechos y de la realidad material está organizado al principio por lo que la Teosofía llama la mente inferior o manas inferior. Las preferencias y emociones sepultadas en la mente inferior pueden deformar las percepciones del aprendizaje mundano y envolverlas en una conciencia muy personal. Sin embargo, con la disciplina, el intelecto puede usar métodos de razonamiento, métodos lógicos o científicos para desarrollar un conocimiento más objetivo y universalmente válido.
Es necesario usar el intelecto en una búsqueda de la sabiduría, pero hay que ampliar el esfuerzo y usar la mente superior que puede pensar a través de conceptos arquetípicos, principios y correspondencias que ayudan a explicar la interdependencia de la vida y el funcionamiento del karma tanto en los seres humanos como en todo lo manifestado. Al final, el "ojo" del intelecto o "la cabeza" pueden desarrollar un conocimiento bastante completo de los planos metafísicos de la realidad.
En último término, este camino de “aprendizaje mental” puede llevar a un estado de conciencia liberado de todos los apegos, limitaciones y confusiones que circunscriben las perspectivas y las acciones de la conciencia personal. Esta tarea suele requerir vidas enteras de estudio, de formación y de innumerables experimentos en la práctica. Para alcanzar esta liberación de las ataduras mundanas, llamada nirvana, el buscador también debe haber dominado tanto los principios como la práctica de la ética. Hay que acabar con todo el karma personal. Nunca deberían subestimarse el desafío y la magnificencia de poder alcanzar el nirvana. El "ojo" del discernimiento es necesario y eso incluye un estudio general de la naturaleza humana y de las causas del sufrimiento.
La conciencia del sufrimiento le presenta a quien alcanza el nirvana una decisión muy crítica: ¿debería disfrutar de la merecida recompensa de liberación de la existencia condicionada durante muchos ciclos de evolución, o debería renunciar a ese premio y seguir en contacto con los problemas y conflictos de los seres humanos y con todo cuanto existe? La segunda opción recibe el nombre del Sendero de la Renunciación o lo que se conoce como "el camino del infortunio". Es el camino que han elegido los grandes maestros de la humanidad, incluidos los Maestros de la Sabiduría de los que hablan las enseñanzas Teosóficas. Utilizando el conocimiento que han alcanzado, estos Maestros se esfuerzan por ayudar y enseñar, para que todo cuanto vive pueda ser guiado hacia la consecución del nirvana. Su felicidad se ve postergada durante innumerables ciclos.
Hacer esta elección expresa la sabiduría del alma y evoca la compasión, esa magnífica capacidad de devoción incondicional hacia el bienestar de los demás. Esta motivación pura y llena de abnegación es lo que se llama cualidad "del corazón". Esta cualidad interna refleja la potencia de Buddhi, una fuente universal de iluminación divina y de discernimiento ético. Quienes han despertado totalmente Buddhi caminan entre nosotros como ejemplos inspiradores del potencial humano. Viven en unidad y armonía con toda la vida. Pero ¿cómo desarrollaron ellos la cualidad "del corazón" que motiva su renunciación a las recompensas ganadas y a la felicidad merecida? ¿Cómo se sensibilizaron totalmente a los sentimientos del sufrimiento humano en un mundo de confusión y conflicto? La respuesta es tan misteriosa como práctica. A cultivar las cualidades "del corazón" se comienza temprano en la vida, cuando se anima a los niños a sentir amor y al mismo tiempo a aceptar la disciplina. Se mezclan lecciones de servicio útil con experiencias de felicidad. A partir de entonces, los mensajes de cooperación, hermandad, servicio, karma y reconocimiento de un bien común ayudan al niño o al joven adulto a desarrollar las cualidades "del corazón" en unas relaciones sanas. Con el tiempo, las cualidades "del corazón" pueden acabar siendo naturales y espontáneas. Si se integran con suficiente profundidad, estas cualidades se pueden transmitir a las vidas futuras donde vuelve a empezar el proceso de la educación.
En La clave de la Teosofia, H. P. Blavatsky ofrece varios métodos de educación que promueven tanto las cualidades mentales como las del corazón. La verdadera educación Teosófica debe tratar a cada niño como un individuo inteligente. Se le debe enseñar a cada uno de ellos a pensar y razonar por sí mismo. También se le debe enseñar la caridad y el amor al prójimo, y sobre todo, el altruismo. Esa es la doctrina del corazón. El funcionamiento puramente mecánico de la memoria debería quedar reducido al mínimo. Deberían hacerse esfuerzos para despertar los sentidos internos y las capacidades latentes del niño. Aunque algunas escuelas de educación moderna han adoptado algunos de estos objetivos, sus métodos carecen, sin embargo, de algo que es clave: el conocimiento del alma. Los típicos métodos educativos de siglos se basan en el cultivo de la mente, más que del alma. La teosofía indica que la mente es simplemente el vehículo, el instrumento del alma. Por lo tanto, el aprendizaje mental sin el desarrollo de la sabiduría del alma alimenta el egoísmo, el orgullo y la arrogancia.
La verdadera educación y el uso de la doctrina del corazón requieren un reconocimiento del alma inmortal que reencarna en cada uno de nosotros. Este reconocimiento debería producir cambios fundamentales en nuestra forma de pensar y de actuar. La perspectiva de tener una sola vida no le daría a esta ningún sentido ni objetivo lógico excepto el de "la supervivencia del más fuerte" en la "lucha por la existencia" o simplemente promovería la imagen exagerada de una personalidad admirada. Las ideas religiosas ortodoxas pueden distorsionar la potencialidad del desarrollo humano. La idea de que en cada bebé que nace hay un alma nueva creada por primera vez impide comprender la inmensa sabiduría que cada bebé aporta a su peregrinaje por la vida. La teosofía, sin embargo, postula la idea de que somos seres eternos en evolución y que cada encarnación nos presenta exactamente las oportunidades más adecuadas para aprender y practicar tanto el aprendizaje mental como la sabiduría del alma.
La sabiduría no es un aprendizaje superior ni un ejercicio mental avanzado. Es el conocimiento profundo que surge de las profundidades del "corazón". Esto integra la visión y la percepción intuitiva. Expresa el aprendizaje del alma. Proporciona una iluminación interior que es el resultado de la meditación y la reflexión sobre principios y conceptos universales de día en día y de vida en vida. La sabiduría refleja la experiencia interna del peregrino eterno y su contacto con las distintas facetas de la vida y con el cosmos como un todo. Es una clase de conocimiento completamente diferente. Para manifestar esta clase de conocimiento, hay que pasar por una increíble auto purificación y auto disciplina. La doctrina del corazón o la sabiduría del alma nos enseñan la auto realización, que implica la toma de conciencia de la unidad de uno mismo con toda la vida y la naturaleza y con nuestra propia inmortalidad divina.
La Sabiduría Religión, en su aspecto práctico, es puramente la ética divina basada en la metafísica que ofrece explicaciones racionales para la práctica de la ética en la vida. La metafísica y la ética son inseparables, como las dos alas del pájaro. Esas dos alas son necesarias para que el alma pueda alzar el vuelo y comprometerse con el verdadero peregrinaje de la vida. La doctrina del corazón nutre las virtudes morales; la doctrina del ojo facilita el conocimiento claro y coherente. El conocimiento y las virtudes morales deben ser practicados paralelamente. La mera aceptación de las enseñanzas no nos llevará muy lejos. Tienen que activarse los dos, la mente y el corazón.
Hay un principio fundamental, que encontramos tanto en La Voz del Silencia como en el Bhagavad Gita, que los guía a los dos, al conocimiento mental y a la sabiduría del alma. En La Voz, se dice, "Se humilde, si quieres alcanzar la Sabiduría. Se aún más humilde, cuando hayas dominado la Sabiduría." Esto significa que la humildad es lo que brilla en el sabio. El sabio es el que muestra la actitud de "así lo he oído decir." La persona que tiene el conocimiento mental, el conocimiento mundano del intelecto mundano de la vida transitoria, dirá: "Es que lo sé." También menciona el mismo punto Krishna en el Capítulo IV del Gita, donde Krishna le indica a Arjuna que para alcanzar la sabiduría hay que practicar, servir, buscar intensamente, preguntar y ser humilde. Entonces el sabio le comunicará esta verdad al discípulo para que éste no incurra en el error. El orgullo crea obstáculos en el camino hacia la sabiduría y estropea el trabajo.
Es importante, pues, purificar nuestra naturaleza inferior.
La purificación de nuestra mente inferior permitirá que las intuiciones divinas de nuestra mente superior, de nuestro verdadero yo, se manifiesten en una mente tranquila y armoniosa, que no pueda ser distorsionada por valores basados en las filosofías parciales o en los prejuicios. El objetivo tanto de la doctrina del ojo como de la doctrina del corazón debería ser el de transformar al hombre animal en hombre humano y al hombre humano en un faro de luz divina. El hombre es un Dios en potencia en peregrinación para convertirse en una potencia divina activa en la vida. Esto es lo que todos los Grandes Maestros de la humanidad han enseñado y han encarnado. Estos ejemplos alentadores han seguido el camino de la renunciación. Viven para ayudar a la humanidad que lucha ahora en el valle del pecado y del dolor. El buscador de la Sabiduría debería recordar que el compromiso propio y la entrega al servicio de los demás son el primer paso de la peregrinación. La instrucción que nos dan en La Voz del Silencio es clara:
Si te enseñan que el pecado nace de la acción y la felicidad de la inacción absoluta, diles que se equivocan.
La no permanencia de la acción humana; la liberación de la mente de la servidumbre por el cese del pecado y de los defectos, no son para "Egos de Deva." Así lo dice la "Doctrina del Corazón."
Link to English version:
http://www.theosophyforward.com/theosophy/the-eye-and-the-heart-doctrine.html