Cada Miembro un Centro

William Quan Judge – Estados Unidos

Theosophy WQJ 2


Hace algunos años, uno de esos Maestros en los que tantos de nuestros Miembros creen, le pidió a HPB que escribiera una carta para él a un grupo de teósofos. En ella decía que cada Miembro podría convertirse, en su propia ciudad o pueblo, si era serio, sincero y desinteresado, en un Centro activo desde el cual irradiarían fuerzas invisibles y poderosas capaces de influir en los hombres y mujeres de la vecindad para el bien y, que pronto aparecerían los que buscan información, con el tiempo se organizaría una Rama y así todo el vecindario recibiría beneficios. Esto parece justo y razonable, además de haber sido declarado por una autoridad tan alta. Los Miembros deberían considerarlo y pensar para que se pueda actuar en consecuencia.

Demasiados de los que se consideran teosóficamente solos en su propia ciudad, se han cruzado de manos y han cerrado sus mentes, diciéndose a sí mismos que no podían hacer nada, que no había nadie cerca que pudiera preocuparse por la Teosofía, y que esa ciudad en particular era la "más difícil para el trabajo".
El gran error en estos casos es olvidar la Ley indicada en lo que escribió HPB. Es una Ley que todo Miembro debe conocer: que la Mente del hombre es capaz de producir resultados por medio de otras mentes que lo rodean. Si nos sentamos y pensamos que nada se puede hacer, entonces nuestra Mente sutil se encuentra con otras mentes dentro del -no pequeño- radio de nuestra esfera y les grita: "No se puede hacer nada". Por supuesto, entonces no se hace nada. Pero si, desinteresadamente y sinceramente, pensamos en la TEOSOFÍA y deseamos que otros, como nosotros, se beneficien con ella, entonces a las mentes con las que nos encontramos en momentos dispersos del día y en muchas horas de la noche les gritamos "Teosofía" y "Ayuda y esperanza para ti". El resultado debe ser un despertar de interés ante la más mínima ocasión provocativa.

Esta actitud interior, sumada a todo tipo de intentos de divulgación, revelará a muchas personas insospechadas que piensan en este mismo sentido. De este modo se aprovechará la oportunidad del momento.

Nuestra última Convención marcó una era: la desaparición de las luchas y la apertura de mayores oportunidades, la ampliación y extensión de la investigación y el interés por parte del gran público. Esta es una gran oportunidad. Las Ramas y los Miembros por igual deben ponerse de pie para aprovechar todo lo que esto les brinde. Recuerden que no estamos luchando por ninguna forma de organización, ni por insignias, ni por fines personales mezquinos, sino por la Teosofía; por el beneficio, la ventaja y el bien de nuestros semejantes. Como se dijo no hace mucho, “aquellos de nosotros que seguimos y adoramos a una mera organización estamos haciendo fetiches y adorando una cáscara”. El altruismo es la verdadera nota clave. Aquellos de nosotros que todavía, después de años y de mucha instrucción, buscamos y deseamos el progreso personal o el ascenso en el lado oculto de la vida, estamos destruyendo esa cualidad a la que se hizo referencia en primer lugar: ser un Centro viviente de Luz y Esperanza para los demás. Y los egoístas también disminuyen así sus posibles oportunidades en la próxima vida aquí. ¡Cerremos las filas! Cada Miembro es un Centro; cada Rama un Centro; el conjunto un vasto y giratorio Centro de Luz, Fuerza y Energía para el beneficio de la nación y de la Raza.

De: El Camino, X, octubre de 1895, págs. 201-02 - Ecos de Oriente, págs. 468-69.