La Oleada Teosófica

Sabine van Osta – Bélgica

Mientras que en sus primeros días, la Sociedad Teosófica era sólo una de las poquísimas organizaciones que llevaron el pensamiento oriental a occidente, hoy es una más de las numerosas voces en un nutrido coro. Sin embargo, como Sociedad, tenemos tanto derecho a existir como cualquier otra de su clase; y está claro que seguimos teniendo un mensaje lleno de fuerza, inspirador y sanador, para ofrecer al público en general, cuya necesidad de claridad y de verdad es cada vez mayor. Aun cuando, en este momento, algunos de los motivos originales que llevaron a la creación de la ST hayan sido ya alcanzados desde hace tiempo, queda mucho por hacer para ayudarnos mutuamente a transformar parte de las tierras estériles humanas, externas e internas, en cielos florecientes de paz y prosperidad espiritual sostenible.

En el campo del estudio comparativo de las religiones y las ciencias - el segundo de nuestros objetivos-, la religión y la ciencia se encuentran cada vez más cercanas la una de la otra, y el embrión de un acercamiento científico unido, un acercamiento que combine la investigación religiosa con la propiamente llamada investigación científica, ya ha comenzado, de hecho, a desarrollarse. Es algo visible en muchos aspectos, por ejemplo en la investigación de la meditación y sus efectos beneficiosos a todos los niveles de la existencia humana y el efecto del pensamiento religioso en la salud mental. El problema tan extendido y tan grave de las drogas ilícitas obligará a la ciencia material occidental a seguir indagando cada vez más en el aspecto material del ser interno y a instar a Oriente a ofrecernos cada vez más sus conocimientos sobre nuestro ser interior. Y por último y no por ello menos importante, la búsqueda de las partículas infinitamente pequeñas de la materia pueden conducirnos hasta la piedra angular de la misma vida manifestada, que es lo que Annie Besant y Charles Leadbeater observaron una vez en sus investigaciones clarividentes. Podrían citarse también muchos otros ejemplos.
Hoy la Sociedad Teosófica necesita articular, en todas las formas posibles y aconsejables, las vías por las cuales podemos desarrollar al máximo nuestro potencial humano, que no consiste en acumular todo tipo de riquezas materiales hasta acabar perdiendo el equilibrio necesario. Deberíamos enseñar el camino interno porque la única salvación posible para la humanidad hay que encontrarla en nuestro interior. El tercer objetivo de la ST, la investigación de los poderes latentes en la humanidad, ha adquirido, pues, más importancia que nunca, no tanto animando a la gente para que empiece a desarrollar esos poderes, sino más bien como una tentativa para controlar el daño que a menudo hacen quienes fomentan el desarrollo de estas energías latentes sin pensar más profundamente en el duro entrenamiento interno que requiere este desarrollo. El problema es que este pensamiento más profundo difícilmente puede expresarse con palabras en un libro o en una conferencia pública. Esta clase de comunicación más profunda sigue siendo el privilegio de la combinación maestro-discípulo o, en un sentido más amplio, pertenece exclusivamente al contacto directo.

La necesidad de un contacto interpersonal cercano no es ni sorprendente ni difícil de entender. De hecho, es la consecuencia lógica de un hecho ya estipulado por nuestros fundadores en el primer Objetivo de la Sociedad: la fraternidad universal. El principio básico de la fraternidad universal se materializa en el mundo de hoy vía Internet. Quienes se conectan entre sí por este medio están relacionados más estrechamente de lo que  probablemente piensen. No nos confundamos: incluso sin Internet, la fraternidad universal continuaría siendo un hecho, un hecho universal que significa que su realidad afecta a todas las partes de la manifestación. Sin embargo, Internet es una de esas herramientas que pueden enseñarnos mucho sobre cómo podría funcionar la fraternidad universal en este planeta.

Recientemente se publicó un informe de dos investigadores de las Universidades de Oxford y Harvard sobre la influencia en la conducta que tienen los usuarios de Internet unos sobre otros cuando navegan o, más expresamente, cuando se descargan aplicaciones de Facebook. Se prestó una atención especial para ver cuándo o bajo qué condiciones el número de descargas de estas aplicaciones comenzaba a dispararse, y si después se hacía muy popular o no. Basado en los resultados de esta investigación, el análisis mostró que “dos regímenes distintos de comportamiento surgen en el sistema. Una vez que las aplicaciones sobrepasan un umbral particular de popularidad, los procesos de influencia social inducen a una conducta de adopción muy correlacionada entre los usuarios, lo que propulsa algunas de las aplicaciones hasta niveles extraordinarios de popularidad. Por debajo de este umbral, el efecto colectivo de la influencia social parece desaparecer casi completamente, de una manera que no ha sido observada en el mundo desconectado de internet” (Jukka-Pekka Onnela y Felix Reed-Tsochas, “Aparición espontánea de la influencia social en Sistemas en línea,” 2010, en www.pnas.org). Traducido a un lenguaje menos científico, vendría a decir que, una vez alcanzada una masificación extrema, se produce “una gigantesca oleada de interés”, que se manifiesta por un marcado aumento de individuos que comienzan a descargarse la misma aplicación.

La idea es  apasionante: una vez que un cierto número de individuos manifiestan interés en algo o, como diríamos los teósofos, se ocupan mentalmente en un tema, cada vez serán más numerosos los individuos que se sentirán rápidamente atraídos por ese mismo tema y se ocuparán con él. Para dar algunos ejemplos: guerra o paz, amor u odio, compasión u opresión, libertad o responsabilidad ilimitadas y por lo tanto desconsideradas. La opción entre tales opciones será siempre nuestra; y la opción de nuestros pensamientos, de lo que pensamos, y de aquello a lo que dedicamos nuestro tiempo y atención realmente marcan la diferencia. Por esto, iniciativas como, por ejemplo, la de hacer una meditación global por la paz, no son en absoluto una mala idea. Probablemente sólo se trate de conseguir la masificación extrema adecuada para poder generar una oleada gigantesca de pensamientos sobre la paz que compensen la tendencia humana hacia la lucha y la violencia destructivas. Un uso responsable de Internet, combinado con un uso responsable del potencial mental humano, es muy probablemente el medio más adecuado para conseguirlo. Todos los teósofos que realmente entiendan esto deberían contribuir decisivamente a este proceso en su meditación diaria.

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