Liderazgo Teosófico

Introducción:
Jan Nicolaas Kind – Brasil

“El tiempo y el mundo no se detienen. El cambio es ley de vida. Y quienes sólo miran al pasado o el presente, inevitablemente se van a perder el futuro.”
- John F. Kennedy

En 2008 los miembros de la Sociedad Teosófica de Adyar eligieron democráticamente a su presidente Internacional. Resultó ser una elección muy polémica. Hasta hoy, seguimos experimentando las consecuencias de esos momentos desafortunados. No se trata ahora de abrir viejas heridas ni de poner en marcha otra serie de discusiones inútiles, sino todo lo contrario. Pero toda organización que se precie, incluida la ST de Adyar, debería tener el valor de mirar retrospectivamente ciertos eventos y aprender de ellos, para que los errores cometidos puedan evitarse en el futuro.



Dentro de poco, como más tarde en 2015, una vez más tendrá que elegirse el presidente Internacional y es muy posible que en esta ocasión haya más de un candidato en la votación. Pero habiendo aprendido del fracaso de 2008, y mirando hacia el futuro, aún con un solo candidato, es una buena ocasión para reflexionar sobre el tema del liderazgo Teosófico. ¿Cuáles son los requisitos y los retos para un liderazgo moderno que permita a la organización Teosófica más grande encontrar su lugar adecuado en el mundo, sirviendo a la humanidad? ¿Quiénes podrían ser candidatos adecuados? Y ¿cómo deberían prepararse los miembros para esa inevitable elección que se vislumbra en el horizonte?

Theosophy Forward invita a sus lectores a reflexionar sobre este tema y a expresar sus ideas, porque el proceso electoral de 2008 fue un ejemplo de cómo no se debe elegir a un líder. Hay que evitar repetir aquello. El editor tendrá sumo placer en recibir contribuciones constructivas y considerará su publicación en la revista. Ideas en general, nombres, deseos, preguntas, sugerencias o peticiones, todo puede ser apropiado siempre que el tono sea positivo.

La revista Vidya, http://www.theosophysb.org/site/publications.html, editado por socios de la Logia Unida de los Teósofos de Santa Barbara, EE. UU, publicó en su edición de invierno de 2013 el artículo siguiente. Trata de forma adecuada del tema del liderazgo y se puede aplicar a todas las tradiciones Teosóficas. Esperemos que este interesante artículo sea un primer paso que abra el camino a un diálogo digno.

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LIDERAZGO TEOSÓFICO

Los retos y los cambios en el liderazgo son una parte muy importante de las noticias de la actualidad. Ya sea mediante cónclaves secretos, protocolos complicados, alteraciones en las elecciones o golpes violentos, los nuevos líderes son presentados a la comunidad mundial en una confusa y dramática prueba de que vivimos en tiempos turbulentos en los que ningún líder puede pensar que su cargo sea algo seguro. Aunque la ambición por el poder y la riqueza puedan motivar a los que aspiran a puestos de liderazgo, no podemos dejar de pensar que también están actuando las corrientes más profundas de la justicia kármica que magnifican los fracasos del liderazgo contemporáneo y agitan las enormes protestas que vemos en las noticias de la tarde. Ni siquiera las autoridades más veneradas de las instituciones religiosas o monarquías populares escapan a los torbellinos de la disidencia. Como observó el poeta irlandés William Butler Yeats, “Las cosas se desmoronan; la base no puede sostenerlas.” ¿Cuál es el problema? ¿Por qué se está disolviendo el respeto por los líderes y por su poder? ¿Por qué ni siquiera los mejores y bien intencionados líderes  logran obtener apoyo y cooperación? ¿Por qué esa base ya no se aguanta?

¿Cuáles son las cualidades de un liderazgo efectivo? Se nos ocurren rápidamente algunas ideas.

El líder es el que inicia las acciones y muestra a los demás el camino a seguir. El líder puede articular y conectar algún tipo de visión o propósito con las necesidades prácticas de una situación determinada. El líder tiene el coraje y la voluntad de asumir riesgos. El líder persevera y encuentra la forma de superar los obstáculos en la senda de acción elegida. El líder muestra una compasión que inspira a los demás a superar los miedos y divisiones que inhiben la cooperación y a hacer las cosas lo mejor posible.

Podemos reconocer y ser inspirados tanto por los líderes históricos como por los contemporáneos que son más visibles, pero la pregunta es: ¿Cuál es la diferencia de liderazgo del que hablamos con el término, ‘¿Liderazgo teosófico?’” La respuesta fundamental se encuentra en la palabra "theos". Entre sus muchos y ricos significados theos podría entenderse como lo divino en sabiduría e iluminación, lo que expresa lo sagrado y espiritual, lo que proporciona la más rica y completa verdad. Aunque la palabra “theos” pueda aplicarse a un ser o a una entidad, según la enseñanza Teosófica transmite una idea central y abstracta acerca de lo que existe. Es una referencia a la chispa divina – esa sagrada y divina luz que se halla en el corazón de todo cuanto existe. Es el Christos de cada átomo. Esta chispa divina o atman es la identidad esencial y Yo superior de cada alma humana. Esa chispa es lo que nos permite percibir y aprender. El Atman activa directamente e ilumina dos principios muy importantes del alma humana - la capacidad de discernir lo que es verdad, correcto y  bueno y la capacidad de razonar a un nivel de comprensión de los principios universales. Cuando están activadas, esas capacidades básicas del alma humana llamadas en Sánscrito buddhi y manas pueden, a su vez, iluminar y guiar los principios inferiores del ser humano. Por lo tanto podemos integrar nuestros poderes más elevados con los más mundanos de nuestros principios, el cuaternario inferior del cuerpo físico, el cuerpo astral y las fuerzas que circulan por ellos.

Por lo tanto, el liderazgo Teosófico es el liderazgo que está iluminado y dirigido por el theos que hay dentro de cada alma humana. Esa fuente aporta una clase especial de iluminación y una clase especial de entendimiento en la conciencia humana y en la comunicación e interacción con los demás seres humanos. Un liderazgo teosófico ideal actual es el del Dalai Lama.

Conocemos su disciplina, su compromiso a fondo con  una vida en busca de la iluminación sagrada, y somos testigos de su enorme energía, su sentido del humor y su compasión sin límites por la manera en que nos tiende la mano a todos y cada uno de nosotros. El Dalai Lama es, pues, un buen ejemplo de liderazgo iluminado por los más altos poderes espirituales y por las energías de que dispone el alma humana. Lo más notable en él es que, siendo, ya de joven, un refugiado en  tierra extranjera, tuvo que desarrollar un concepto de liderazgo espiritual en una sociedad seglar. Cuando nos informan de la cantidad de personas que acuden a la ciudad donde reside, todo nos parece un circo. Y sin embargo él está allí preservando algo muy sagrado. Como un ejemplo de liderazgo Teosófico, está intentando despertar lo mejor que hay en cada alma humana. Ese parece ser un motivo particularmente importante para un liderazgo potenciado por el theos.

El líder espiritual desea despertar el alma humana e inspirarla para mejorar. El líder anima al peregrino a hollar la senda que conduce a la realización de un yo mejor y más verdadero y, en última instancia, a convertirse en un ejemplo de evolución espiritual. Así, un líder Teosófico desearía liberar al ser humano de toda clase de limitaciones kármicas de la existencia condicionada y promover la libertad espiritual de todos y cada uno de nosotros. Este objetivo se conseguiría mediante la combinación de sabiduría y una flexible comprensión de las necesidades de determinados individuos en determinadas situaciones  y en determinados momentos. El liderazgo es verdaderamente un arte.

El liderazgo teosófico debe también entenderse como aquella clase de liderazgo que está alineado con la sabiduría, el propósito y la misión de los adeptos Teosóficos y de todos los grandes maestros que vienen a enseñarnos, a elevarnos, a despertarnos y a promulgar el gran mensaje de la Teosofia. Podría parecer que se trata de un tipo de liderazgo que simplemente está más allá de la mayoría de nosotros. Cabría esperar poder vislumbrar y sentirse inspirado por un líder que arrojara luz y conocimiento en la oscuridad de una Edad del Hierro. Sin embargo, es una experiencia rara. ¿No se pueden hallar ejemplos más inmediatos de liderazgo teosófico que puedan comprender las personas normales, en la vida normal, que intentan hacer las cosas de forma correcta? ¿Cómo podría una persona corriente, de capacidad media, convertirse en un líder que reflejara en cierta manera los ideales y las capacidades de los ejemplos más elevados de liderazgo teosófico? Reflexionando sobre esta pregunta, se me ocurren varias cualidades del liderazgo en acción en la vida cotidiana  con unos objetivos más inmediatos. Todos hemos tenido la experiencia de pertenecer a un determinado grupo que intenta hacer algo, construir una casa, imprimir una revista, organizar un grupo juvenil, o lo que sea. ¿Acaso no se necesita tener fe en la fraternidad humana y en la ética de la cooperación para que estos proyectos tengan éxito? ¿Cómo podemos liderar siendo sólo un trabajador entre muchos?

Uno de los primeros requisitos del liderazgo Teosófico en la vida cotidiana es el de acercarse a todo el mundo con amabilidad - una virtud de la cual el Dalai Lama habla a menudo - acercarse a cada ser humano y a cada situación con un corazón lleno de bondad. Resulta más fácil cuando se reconoce la identidad fundamental de cada alma humana con todas las demás y se supone que la chispa divina está en todo cuanto vive. Un gran sentido de solidaridad humana implícita en este origen fundamental de la identidad compartida podría ser una base tácita pero eficaz de comunicación y actividad. Esa actitud mental inmediatamente hace que aquellos que, tal vez más por necesidad que por elección, van a ser líderes, se acerquen a los demás. Un líder debe escuchar y participar en el debate y reconocer las perspectivas y las afirmaciones de las necesidades de los demás. El hecho de escuchar conduce a un entendimiento de los propósitos comunes y abre la mente a nuevas oportunidades  en vistas a la acción creativa. Así surge una síntesis de ideas que une e inspira a la comunidad.

H. P. Blavatsky explicó que lo único que ella había hecho era reunir varias ideas Teosóficas procedentes de fuentes antiguas. Simplemente había suministrado la cinta con la que sujetarlas. Nosotros creemos que es una buena metáfora para el liderazgo teosófico. En otras palabras, no se trata de un liderazgo para imponer una idea en particular, un plan de acción particular o una voluntad dominante, sino un liderazgo abierto a las sugerencias e ideas, con una manera de sintetizar esas ideas en la expresión de un principio y posteriormente en un plan de acción con un sentido de futuro además de las necesidades presentes. Esto es lo que distingue a un líder de un seguidor que todavía no se ha convertido en líder porque, teosóficamente, cada ser humano podría convertirse en líder en alguna situación, de alguna manera y en algún lugar. Tal vez el líder sólo tenga un poco más de conocimiento o de comprensión de las necesidades objetivas que forman parte del ciclo del tiempo. Estas necesidades, de acuerdo con la Teosofía, tienen que ver con la inspiración, la liberación y la evolución del alma humana. Este es el liderazgo que permite que los demás vean las ventajas de parecerse más al sabio, de ser más capaz de desapegarse de los elementos de la personalidad, más capaz de comprometerse, con menos equipaje y menos ansiedades kármicas.

El líder teosófico es capaz de adaptar la enseñanza a una situación particular, encontrando modos de expresarla sin comprometer nunca lo esencial de la enseñanza y lo esencial de los objetivos que promueven la evolución humana. El líder Teosófico tiene un sentido muy definido de lo sagrado y puede, así, extraer de una situación las oportunidades para que los demás experimenten ese mismo sentido de lo sagrado. Idealmente, el liderazgo teosófico unirá a la gente para que cada uno pueda experimentar la fraternidad realizada en una comunión de propósito que nos fortalezca a todos y a cada uno de nosotros a medida que sea cada vez más posible alcanzar el objetivo de cualquier tarea.

El liderazgo teosófico educaría tanto basándose en las enseñanzas como en las posibilidades de una práctica eficaz. No es un objetivo fácil si pensamos en todos los artilugios que tiene nuestra naturaleza inferior para presentarse con opiniones y reacciones negativas y de qué manera aumenta la separación. El liderazgo teosófico animaría a todos a tomar parte en una especie de liderazgo individual, desarrollando una disciplina y, por último, una transformación tanto en la conciencia como en la energía magnética. Ese esfuerzo le convertiría entonces en un mejor participante del equipo o de la comunidad, más dispuesto a buscar el liderazgo en los demás que a exigir una posición de liderazgo.

Este liderazgo también reconocería la necesidad de una evaluación y una corrección incesantes. A veces es lo más difícil de hacer porque, cuando se lidera, se tiende a querer responder positivamente a las ideas de todos porque esa es, en cierta forma, una parte del proceso. Por otro lado, el liderazgo fracasará si no se es capaz de evaluar objetivamente la tarea en cuestión. El liderazgo puede implicar algún  tipo de advertencia hacia alguien que, en un grupo o situación, proceda de forma perturbadora. En situaciones hostiles y graves, se trataría primero de aprender del enemigo o de cualquier personalidad que se haya descontrolado de alguna manera y habría que acercársele con compasión. Debería ampliarse siempre el círculo, manteniendo la posibilidad de una transformación. Cualquier persona determinada que exprese emociones negativas, quizás atrapada en algún mal karma, podría llegar a sentir que siempre tiene la oportunidad de hacerlo mejor. Hay una lección importante que aprender de la historia del Buddha sentado junto a la cueva donde un malvado muy peligroso se encontraba atrapado en su propio orgullo, pero sin embargo se sintió atraído por el Buddha. El Buddha mostraba la calma que se siente cuando uno se encuentra en el centro inmóvil de una situación. Finalmente aquel malhechor se convirtió en uno de sus discípulos, aceptó la responsabilidad de sus malas acciones y se involucró en una transformación completa.

La regeneración de los seres humanos, así como la guía de los seres humanos, es sin lugar a dudas responsabilidad del líder Teosófico. Al final éste procurará ayudar a la gente a experimentar el potencial más elevado de su ser, incrementando con ello su lealtad y su dedicación a la empresa común, ayudándoles a convertirse, a su vez, en líderes teosóficos. ¿Acaso los líderes en posiciones seculares no deben aprender y practicar también algunos de los principios más elevados del crecimiento humano, de la fraternidad y de la protección medioambiental? Mientras que las monarquías contemporáneas desvinculan su autoridad de las reclamaciones de derechos divinos y autoridad sagrada, ¿no podrían reconocer los aspectos sagrados de sus responsabilidades? ¿No deberían todos los que son líderes reconocer las sinceras aspiraciones de la humanidad hacia la paz y la oportunidad de una realización verdadera dentro de la gran armonía de la evolución cósmica?

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