Nuestro Mundo

En el Mundo pero no del Mundo

Terry Hunt - EE. UU

Muchas personas, al descubrir por primera vez la Teosofía, la reconocen inconscientemente como algo que ya conocían de antes. La tendencia suele ser la de  sepultarnos en el estudio y la contemplación hasta el punto de ignorar lo que está pasando en el mundo de nuestro alrededor. Es  comprensible que, habiendo encontrado algo concreto y más real y, por consiguiente,  aparentemente más importante que el mundo de cada día, nos dirijamos hacia aquello que, para nosotros, es muchísimo más importante.
Probablemente sea fácil entender el por qué  adoptamos esta forma de vivir. Para muchos de nosotros, la última expresión de la Sabiduría Antigua parece muy cómoda. Probablemente nos hayamos pasado varias vidas en distintos centros monásticos, estudiando y meditando sobre este tipo de temas. Instintivamente nos damos cuenta de que, para poder avanzar en nuestro desarrollo espiritual, hemos de renunciar, hasta cierto punto, a nuestro apego e implicación con los intereses del mundo. Sin embargo, los viejos métodos deben dar paso a los nuevos, incluso en ocultismo. La antigua vía del progreso espiritual tiene que dejar espacio a las nuevas formas de pensamiento. Los miembros más veteranos de los grupos espirituales suelen lamentar la aparente falta de interés por parte de los más jóvenes para ingresar en sus grupos. Pero, con demasiada frecuencia, los miembros más antiguos hemos seguido aferrados a nuestra manera de hacer las cosas, manteniéndonos ajenos al mundo moderno. Los estudiantes más jóvenes muchas veces reflejan mucho mejor que nosotros el cambio  actual de energía de la Nueva Era.

¿Cuál es, pues, la actitud apropiada de los teósofos respecto al mundo exterior? ¿Seguiremos instalados en nuestro estudio de La Doctrina Secreta, dejando que el resto del mundo se las apañe? En el discurso que escribió para la Convención Americana de 1888, H.P.B. dijo lo siguiente:
“Los Teósofos son necesariamente amigos de todos los movimientos del mundo, tanto intelectuales como simplemente prácticos, dirigidos a mejorar la condición de la humanidad. Somos  amigos de todos aquellos que luchan contra la embriaguez, contra la crueldad con los animales, contra la injusticia con las mujeres, contra la corrupción en la sociedad o en el gobierno, aunque no intervengamos en  política. Somos amigos de quienes ejercen la caridad práctica, que intentan llevar una parte del tremendo peso del sufrimiento que está aplastando a los pobres. Pero, en nuestra calidad de teósofos, no podemos dedicarnos a ninguno de estos importantes trabajos en particular. Como individuos podemos hacerlo, pero como teósofos tenemos un trabajo más amplio,  más importante y mucho más difícil. Dicen que los teósofos deberían demostrar qué llevan en su interior, ya que “por sus frutos los conoceréis”. Que construyan casas para los pobres, dicen, que abran  “comedores sociales” etc. etc. Y el mundo creerá entonces que la Teosofía es importante… La función de los teósofos es la de abrir el corazón y la mente de los hombres a la caridad, a la justicia y a la generosidad, atributos que pertenecen específicamente al reino humano y que son naturales en el hombre, cuando éste ha desarrollado las cualidades del ser humano. La teosofía enseña al hombre-animal a ser un hombre-humano; y cuando la gente haya aprendido a pensar y a sentir realmente tal como los seres humanos deberían sentir y pensar, actuarán humanamente, y todos llevarán a cabo, de forma espontánea, obras de caridad, justicia y generosidad. ”

Está claro que lo que se espera es que seamos conscientes y nos interesemos por el mundo exterior, pero también está claro que nos recuerdan que nosotros tenemos un trabajo más importante que atender a las necesidades físicas y emocionales del mundo. Quizás no nos demos cuenta de la influencia que podemos tener en el mundo de nuestro alrededor con nuestra única presencia y con las frecuencias vibratorias superiores que hayamos conseguido inculcar en nosotros mismos durante años de contemplación. Insistimos tanto en la meditación, que a menudo olvidamos ese paso preparatorio tan importante de la contemplación. Reflexionando sobre los problemas de la humanidad, ya sean los derechos civiles, la pobreza, la política, la violencia o cualquier otro problema, estamos ayudando de una forma  sutil, pero también extremadamente poderosa.

Tomad, por ejemplo, el tema de la violencia en el mundo. Todas las personas buenas del mundo ansían la paz y el fin de las luchas y los enfrentamientos. Habría que preguntarse lo siguiente “¿He conseguido eliminar toda ira, resentimiento y acritud en mi propia vida?”. Si la respuesta es no, entonces ¿cómo esperáis que el resto del mundo esté preparado para la paz, cuando ni siquiera existe dentro de vuestro corazón? Incluso como teósofos, tenemos frecuentes problemas con miembros de nuestra familia, con nuestros conocidos e incluso con otros grupos teosóficos. ¿Realmente pensáis que podéis ayudar a otros a encontrar la paz cuando todavía no la habéis conseguido vosotros mismos?

Tomad cualquiera de los problemas del mundo que hemos mencionado y utilizadlo como meditación de base durante las próximas semanas o incluso meses. Revisadlo de vez en cuando y mirad si cada vez vais profundizando más. Recordad que no necesitáis imponer vuestro punto de vista a los demás. Una vez alcanzado cierto grado de ecuanimidad y equilibrio en vosotros, los demás se os acercarán automáticamente en busca de consejo u observarán vuestra forma de actuar para tratar de aplicar en ellos mismos la actitud y las formas que vosotros mostráis. Predicar a los demás no sirve de nada. Si no lo habéis conseguido vosotros, nunca vais a engañar a los demás, digáis lo que digáis.
La Jerarquía depende de los grandes pensadores del mundo para solucionar algunos de los problemas más difíciles del mundo. Esto no significa que quienes encuentran la solución tengan también que llevarla a cabo o incluso necesariamente obliguen a los demás a hacerlo. En cuanto un solo individuo haya encontrado la solución, las formas de pensamiento ya se están compartiendo con otros. Los miembros de la Jerarquía pueden entonces dirigir esas formas de pensamiento hacia otros individuos que están en posición de hacer algo de forma práctica, ya sea escribiendo un libro, dando conferencias o estableciendo una organización. Los estudiantes avanzados que siguen viviendo en el mundo tienen la capacidad de tener vislumbres que tal vez otros no tengan.

Prestemos atención al consejo que nos da HPB y desarrollemos plenamente en nosotros todas las cualidades que nos gustaría ver reflejadas en el resto del mundo. Practiquemos el altruismo, la caridad, la completa honradez en todas las cosas. Abandonemos las discusiones y la cólera y la necesidad de tener razón. Dejemos de juzgar a los demás y examinemos cuidadosamente nuestras propias motivaciones. Eliminemos  el orgullo espiritual y la presunción tan típica de muchas personas "espirituales". Liberémonos de nuestra necesidad de sentirnos importantes. Una vez hayamos desarrollado todos los rasgos del carácter que distinguen al verdadero ocultista, nuestra influencia sobre el resto del mundo estará ya surtiendo efecto. Ya habremos hecho un impacto en el mundo de nuestro alrededor.

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http://www.theosophyforward.com/index.php/theosophy/341-our-world.html