Nuestro Mundo
Barbara Hebert - EE. UU
Cuando miramos el mundo actual a nuestro alrededor podemos sentirnos abrumados en seguida por todos los problemas y dificultades que vemos ante nosotros. La pobreza y el hambre son endémicos en muchas zonas; la intolerancia, la discriminación y la desigualdad siguen asediando al mundo; parece que la violencia sea el medio primordial de solucionar conflictos. En todo el mundo, afrontamos el azote del consumo de substancias tóxicas con su multiplicidad de tentáculos, que causan un sufrimiento y una tristeza indecibles a sus usuarios y a sus personas queridas. Cuando miramos a nuestro mundo actual y vemos la realidad del sufrimiento, parece como si la única solución sea mover tristemente la cabeza y susurrar en voz baja “¡Ah, esta humanidad huérfana!”
Como Teósofos, se nos ha acusado de "escondernos" dentro de nuestros libros, de no vivir en el mundo real. Se nos acusa de estar enfocados en la "cabeza" y no en el "corazón". Es decir que, sabiendo que individualmente no podemos ni siquiera empezar a hacer mella en las tragedias que sufre la humanidad, podemos volver a nuestros estudios tranquilamente, pensando que ese sufrimiento es lo que le toca pasar al mundo en este momento de la evolución, porque estamos en el Kali Yuga. ¿Correcto? Rotundamente no.